miércoles, 2 de junio de 2010

Análisis de un caso clínico: Graciela

por la Lic María Cruz Maisonnave

Datos filiatorios

Graciela tiene 32 años. Convive con sus cuatro hijos: Cintia (13), Celeste (8), Ismael (6) y Cristian (4). Desde mayo de 2009 se encuentra separada de su pareja. Actualmente ejerce la prostitución. Es de nacionalidad paraguaya, hace 10 años que vive en la ciudad de Mar del Plata.

Motivo de consulta

Asiste a la admisión derivada por el CAV (Centro de Asistencia a la Víctima), pidiendo ayuda psicológica para su hija mayor y para ella, ya que en mayo de 2009 descubre que su pareja y padre de sus tres hijos menores abusaba de su hija. Desde entonces ni su hija ni ella han tenido contención psicológica y dice estar sobrepasada por la situación. Se le ofrece un espacio para ella y se gestiona con otra de las psicólogas de la sala un espacio para su hija.

Desarrollo

Las dos primeras entrevistas que se mantienen con la paciente se focalizan en la problemática del abuso de su hija. Graciela descubrió hace ya ocho meces que su pareja abusaba de su hija cuando volvió de dejar a sus hijos menores en la escuela y los sorprendió manteniendo relaciones sexuales. Cuenta que en ese momento agarró un cuchillo y “tuve 2 minutos en blanco”; luego se contuvo y realizó la denuncia penal correspondiente en la Comisaría de la Mujer. Si bien su ex pareja tiene restricción de acercamiento él vive en el mismo lote que ella y sus hijos. En dicho lote hay una casa en el fondo donde vive ella y un local en el frente dónde vive él desde que fue descubierto. Graciela dice no aguantar más esta situación ya que entran y salen por el mismo portón y comparten el patio de la casa. Se han sucedido durante el transcurso del tratamiento varios hechos de violencia, desde agresiones verbales que ella reproduce en las entrevistas, hasta agresiones físicas y amenazas con armas blancas por parte de él. “Yo ya estoy cansada” Se trabaja fundamentalmente para que no naturalice la convivencia con su ex pareja y para que siga insistiendo mediante los canales legales correspondientes para que efectivicen la exclusión del hogar y la orden de alejamiento vigentes. Por otro lado Graciela dice cosas tales como “mi hija menor me dijo: yo ya sé que todo esto es porque Cintia anda con papá”, “él lo hizo para vengarse de mi porque cree que yo lo engañé con un vecino”. Cuando este tipo de frases sucede se insiste en que Cintia es menor y que por lo tanto se trata de una relación asimétrica en la que Cintia no “anda con” sino que abusaron de ella.

A partir de la tercera entrevista se puede comenzar a trabajar más desde otra línea. Sucedieron dos hechos que poseen relevancia: la policía sacó a su ex pareja del local; y Graciela comenzó a ejercer la prostitución. Desde esta entrevista Graciela comienza a hacer ciertos despliegues en relación a su trabajo y un vecino con el cual comienza a verse. Cuenta cuanto gana, a qué hombres les gustó, lee los mensajes que este vecino le manda al teléfono, o comenta en tono risueño cosas tales como “el otro día me tentaba de decirle a la otra psicóloga que trabajo de prostituta”. Si bien cambia de lugar de trabajo varias veces cada nuevo lugar se presenta como ideal: “él me cuida mucho, me dice con quien estar y con quien no” dice en relación al dueño de uno de los boliches en los que ha trabajado.

Se intenta indagar sobre su familia de origen, sobre su relación con los hombres, sobre su rol como mamá. Estos temas son rápidamente disueltos por ella, tiene un discurso confuso y evasivo en relación a ellos. Siempre vuelve sobre cuestiones referidas a su trabajo y los hombres que allí conoce, discurso que sostiene desde cierta fascinación imaginaria, como una puesta en escena. Desde mi lugar trato de cortar ese despliegue para no quedar como espectadora del mismo e insisto preguntándole por su historia de relaciones. Cuenta que no tuvo una muy buena relación con su madre; que tiene un hermano; que los padres se separaron cuando ella tenía dos años “él se fue con otra” y que desde entonces no lo ve; que ellos vivían con sus abuelos maternos “yo era todo para mi abuelo y él todo para mi” este abuelo tuvo un accidente automovilístico cuando ella tenía 13 años y murió “cuando él se fue la mitad de mi vida se fue con él”. En los momentos en los que cuenta anécdotas de su infancia, o cuando le pregunto cómo fue que se vino a vivir a Argentina el discurso se torna muy confuso especialmente en los aspectos temporales, mezclando constantemente cuestiones del pasado con el presente. Le pregunto cómo es como mamá y contesta “¿yo? ¡Un desastre total!” luego de lo cual todo lo que cuenta lo hace en un tono defensivo, sobre todo se centra en que ella todo lo compra por cuatro “lo trato de hacer igual para todos”. Manifestando así que se rige por una noción de justicia igualitarista.

En estas entrevistas se indaga también sobre sus historias amorosas anteriores. Ella hace mención fundamentalmente a dos de ellas: el padre de Cintia a quien tuvo en Paraguay y con quien se separó ya que él la engañó con una prostituta; y otra pareja que tuvo de quien estuvo muy enamorada y que menciona como su gran amor: era extremadamente celoso con ella hasta el punto de encerrarla en la casa, además de ejercer violencia psicológica.

La quinta entrevista que mantenemos la comienza diciendo que “no trabajo más”. Por otro lado su ex pareja volvió a instalarse en el local. Dice “es como que me tocó mi talón de Aquiles. Nunca se tendría que haber metido con ella… porque en la calle hay muchas prostitutas”.

Si bien en esta entrevista todavía mantiene el despliegue en relación a su trabajo, se presenta el primer comentario que da cuenta de que no está cómoda con lo que está haciendo “yo no me animo a acostarme con cualquiera… me da asquito”. Se trabaja en esta sesión en relación a sus elecciones de pareja: el padre de Cintia, su gran amor, el padre de sus hijos menores: todos la han maltratado. Ella sigue viendo al vecino a quien ha apodado “la Plaga”, dice que él le dijo “yo te tengo confianza” y que eso le gustó. Él compró muchas cosas para sus hijos en el inicio de clases, “le saco lo que quiero”. En esta entrevista me cuenta que en realidad ella se vino a vivir a Argentina cuando Cintia tenía 3 años y que no la trajo con ella, en principio se vino sola con la idea de instalarse e irla a buscar. Rápidamente se junta con quien luego será el padre de sus hijos menores y “se nos vino la noche, inundaciones, la muerte de mi suegra, pérdidas de trabajo”. Recién cuando Cintia tenía 10 años la trae a vivir con ella al país. Hacia el final de la entrevista se pregunta “porqué mi hija no me dijo nada”.

En la entrevista siguiente se produce un quiebre en relación a todo lo que hasta este punto sucedió. Cuenta que si bien dejó de trabajar en los boliches, lo que está haciendo es ir los fines de semana a trabajar a campos de la periferia de la ciudad y ciudades vecinas. El último fin de semana fue sola a trabajar y comenta que en un momento se sentó en un rincón y pensaba: si pasa tal cosa salgo corriendo por ahí, si pasa tal otra me escapo por allá. Le marco que sintió miedo y las intervenciones se dirigieron fundamentalmente a su autocuidado. Cuenta que el domingo, cuando volvía de trabajar de un campo se largó a llorar en el colectivo “pensaba todo lo que estudié, que nunca faltaba un día a la escuela… todo para terminar como prostituta”. Intervengo en el sentido de que si volvió llorando es por algo y que a lo mejor puede armar otro proyecto.

Graciela llora durante toda la entrevista posterior, está muy angustiada dice que “nadie hace nada”, “yo ya estoy cansada”, “no doy más”, dice que ella ya hizo de todo, que “trabajo de algo que no le gusta… me ensucié”. Comenta que se compró un arma, intervengo diciéndole que ella es lo único que tienen sus hijos. En un momento dice que ella está llenando de odio a sus hijos en contra de su padre y que a veces “me agarra odio con Cintia porque no entiendo por qué me hizo eso”, también dice no entender “por qué fue que Cintia hizo eso a pesar de todo lo que ella le ha hablado y a pesar de qué podía ver como él la maltrataba a mi”. Le explico nuevamente que Cintia no le hizo eso a ella, que a Cintia se lo hicieron, que es muy importante que no deje de señalar esto con la niña, que está mal lo que le hicieron. Vivimos en un permanente estado de excepción diría Agamben, en un estado de crisis y anomia constante que afecta los modos en los que los padres se posicionan como garantes frente a sus hijos, y “cuando desfallece la ley, no hay garantías ni para el sujeto ni para las instituciones. Hay desamparo, resentimiento, violencia” (Gerez Ambertín, 2004). He aquí la razón por la que insisto, como todas las entrevistas, no solo en que demande de la ley jurídica una sanción, sino también para que ella como garante de la Ley pueda sancionar lo acontecido.

Lo antedicho daría cuenta de alguna manera de que Graciela se ubica en un plano de igualdad con su hija “por qué me hizo eso a mi”. Por otro lado, al iniciar una de las entrevistas hizo mención risueñamente a que se reían con la hija acerca de cuál de sus psicólogas era más linda. Este es un simple ejemplo, pero que nos sirve porque da cuenta de la competencia con su hija y me conduce a pensar en una relación especular en la cual madre e hija quedarían en un plano de igualdad. Esta paridad produce un desdibujamiento de los roles y de las funciones que éstos conllevan. Igualmente, la confusión temporal anteriormente mencionada en relación a cuando se le pregunta por la infancia me llevan a hipotetizar hasta qué punto ella se ubica allí en la infancia, y por lo tanto allí donde queda en pie de igualdad con la hija. Esta confusión temporal podría deberse a una inmadurez del yo. Asimismo, me parece importante destacar que utilizó la palabra odio, P. Assoun realiza un breve desarrollo acerca del odio que nos puede servir, dice “Odio y vergüenza constituyen dos destinos de la herida narcisista”

La semana siguiente Graciela se presenta menos angustiada “que va a hacer… tengo que seguir”; y en la última entrevista que tuvimos me cuenta que fue a la fiscalía para que saquen a su ex pareja del local. En este último encuentro me dice que “no me gusta la mujer en la que me convertí”, dice que ya nada a no ser sus hijos le importa, que los hombres son todos objetos para ella, que les saca lo que quiere y que se divierte cuando los hace sufrir. Hace unos días un hombre que ve seguido “me dijo te quiero… fue lo peor que me pudo haber dicho… ¡me dio asco!”. Sostiene que nunca más va a poder sentir nada por nadie. Le señalo que ella siempre eligió hombres que la maltrataron y que ahora pasó a hacerlo ella, y que podemos trabajar para que pueda elegir un hombre que la quiera y la cuide y a quien ella no trate como un objeto; es decir, intento que se implique como sujeto lo cual la pueda conducir por los caminos de la responsabilización subjetiva.

Graciela oscila entre una posición pasiva en la cual se ofrece como objeto para que el otro se satisfaga, y la asunción activa de ese mismo lugar haciendo del otro un mero objeto. En su historia relacional con los hombres siempre ha quedado – hasta ahora- puesta en el lugar del objeto al que se le puede hacer lo que sea. Ahora, si bien dice no gustarle este nuevo lugar, lo asume de forma activa. Me pregunto que factores pueden haber contribuido en los momentos constitutivos para que se ubique en sus elecciones adoptando posturas extremas, podríamos suponer alguna falla en momentos estructurales en relación a su posterior posicionamiento subjetivo. Entonces, cobra especial relevancia lo que dijera en relación a su abuelo: “yo era todo para mi abuelo y él todo para mi (…) cuando él se fue la mitad de mi vida se fue con él”, me pregunto de qué mitad de su vida habla aquí.

Podríamos pensar también qué la lleva a ejercer la prostitución, si bien ella ya se posicionaba como objeto en sus relaciones, dice no haber amado al padre de sus tres últimos hijos, ni gustarle el hombre que ve ahora, ¿no hay allí un goce?. Siguiendo el análisis que hace M. Gerez Ambertín de la culpa y sus tres registros, no es acaso el registro muda de la misma, esa “voracidad superyoica de goce”, que se ubica en la intersección de lo real con lo imaginario la que nos impulsa hacia ciertas manifestaciones. Se trata de una coacción o compulsión a la repetición, lo que Lacan tomando a Aristóteles menciona como Tyché… en tanto que la compulsión a la repetición supone ese encuentro con lo real, ese imposible de atrapar en el orden significante. Esta imposibilidad de significar la deja a merced de la pulsión de muerte con el riesgo psíquico que ello implica. Creo que podríamos pensar desde éste lugar este impulso hacia la pulsión de muerte que presenta la paciente, que manifiesta por ejemplo en la exposición que realiza al ponerse en situaciones de riesgo tales como ir sola a trabajar a campos en los que nadie sabe que está ahí, y fundamentalmente en las elecciones de objeto que realiza.

Podría pensarse que Graciela se esta ubicando como sujeto perjudicado, de alguna manera la lógica que la guía es que, como me han hecho daño, ahora puedo hacer yo daño a los demás. Pero hay un punto en que esa lógica no le agrada, y entonces queda abierto el camino para transformar la pregunta de Mignon “¿a ti, qué te han hecho…?” al espacio de la verdadera pregunta que propone Freud “¿qué vas a hacer, tú, con lo que te han hecho?”. Es justamente este punto el que puede actuar como articulador de cambios posibles, sólo desde la responsabilización subjetiva es que podemos vislumbrar un viraje, un posicionamiento diferente.


Bibliografía

§ Agamben, G. (2005) Estado de excepción. Adriana Hidalgo editora.

§ Assoun, P. (1999) El Prejuicio y el Ideal. Hacia una clínica social del trauma. Ed. Nueva Visión. Buenos Aires.

§ Lacan, J. (1964) El Seminario XI Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.

§ Lacan, J. (1977) El estadio del espejo como formador de la función del Yo (je), tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. En: Escritos I. México: Siglo XXI.

§ Masotta, O. (1991) Lecturas del Psicoanálisis Freud, Lacan. Ed. Paidós Psicología Profunda.5ta reimpresión. Argentina.

§ Milmaniene, J. E. (2005). EL tiempo del sujeto. Ed. Biblos. Buenos Aires.

§ Gerez Ambertín, M. (1993) Las voces del superyó: en la clínica psicoanalítica y en el malestar en la cultura. Buenos Aires: Manantial.

§ Gerez Ambertín, M. (2004) (Comp.) Culpa, responsabilidad y castigo en el discurso jurídico y psicoanalítico. Buenso Aires: Letra viva.

§ Gerez Ambertín, M. (2008) Entre Deudas y Culpas: Sacrificios. Crítica a la razón sacrificial. Buenso Aires: Letra viva.