martes, 29 de diciembre de 2009

La admisión, un dispositivo en dos tiempos Por Adriana Szyniak

http://www.elsigma.com/site/detalle.asp?IdContenido=11725

La admisión no es un término que surja del cuerpo teórico del psicoanálisis. En distintas instituciones o en diversos organismos la puerta de entrada a los mismos es por el lado de la admisión. Por lo general todo paciente que solicita atención psi por medio de una institución debe pasar por ese primer escalón. A veces, algunos analistas nos encontramos ejerciendo dicha función. Pero, ¿podremos encontrar alguna especificidad para este dispositivo? Intentaré algunas aproximaciones.

En primer lugar se trata de lo que se constata en la cotidianeidad, el término admisión sólo tiene lugar en las instituciones: obras sociales, hospitales públicos, fundaciones, etc. Cobra consistencia sólo en esos lugares. La primera entrevista en un consultorio privado es simplemente una primera entrevista. Cuando alguien recibe un llamado de un nuevo paciente en su consultorio afirma: “hoy tengo la primera entrevista con un paciente”. En cambio en las instituciones se dice “hoy tengo una admisión”.
Primera especificidad. Todo paciente que consulta en una institución tiene que pasar por esa instancia, por lo tanto la misma está atravesada por las características de esos lugares.
Otra de sus particularidades es que la admisión puede ser realizada o no por la analista que llevará adelante el tratamiento. Anticipadamente, y por lo general ni analista ni paciente conocen el nombre de quién se hará cargo de ese tratamiento, (a excepción de los pacientes que concurren con un nombre) para eso se tendrá que esperar un segundo tiempo.
La variable tiempo también juega allí un papel. Sabemos que puede llegar a durar una, dos o a lo sumo tres entrevistas. Prolongarlas en el tiempo acarrearía una dificultad, ya que estamos posibilitando la instalación de la transferencia cuando no sabemos si seremos nosotros los analistas de ese paciente. Además, en ese breve lapso, tendremos que tomar alguna decisión: si se lo admite o no, en caso afirmativo a qué equipo se lo deriva.
La admisión puede tener lugar con más de un analista, por lo general alguien que la dirige y otro que está haciendo sus primeros pasos en la clínica y está en carácter de observador, en este sentido se convierte en un lugar valioso de transmisión clínica.
Puede tomar un cariz burocrático, estandarizado o puede ser ocasión de poder situar algunos elementos de estructura que, al modo de hipótesis, se verá si se corroboran o no. Tomar la línea de una simple anamnesis nos transforma en meros burócratas de la institución.
Es cierto, por lo general tomamos datos a los pacientes que se encuentran ya inscritos en una ficha y es para todos por igual. La escucha analítica es la que puede introducir la diferencia, permitiendo que surja la singularidad en lo universal.
En algunas de las instituciones a las que pertenezco, ejerzo la función de admisora. Si bien es cierto, como lo he afirmado anteriormente, que hay una parte preestablecida, allí mismo podemos encontrarnos con situaciones que nos sorprenden:
Les voy a transmitir una experiencia. Una de mis funciones es tomar algunos datos a los pacientes, cumplimentar una ficha. Si bien son del orden de lo administrativo ese acto no deja de ser realizado por una analista, por lo tanto está atravesado por la escucha analítica. Como admisora de niños y adolescentes uno de los datos que recavo con los pacientes es el nombre del padre y de la madre, edad, etc.
Así se presenta a la consulta de admisión un adolescente de 13 años acompañado por su padre. Avanzo en las preguntas con el adolescente: número de documento, fecha de nacimiento, escolaridad. Hasta que llego al dato del nombre de sus padres. Como el papá estaba presente en ese momento me dirijo a él para preguntarle sus datos: nombre, apellido y edad, me los da; luego pregunto los datos de la mamá. Inmediatamente contesta el padre, dice: nombre, apellido y cuando le digo edad responde: “no me acuerdo porque murió cuando yo tenía dos años.” Este malentendido podemos tomarlo como una mera equivocación o nos puede estar dando algún dato de lo que podría estar pasando con este jovencito.
Le pregunto por el motivo de consulta, entonces el padre refiere que a su hijo le cuesta hacerse cargo de sus cosas, tomar iniciativa, arrancar. Los papás están separados y vive con su madre y dos hermanas. Risueñamente le digo: “vivís con todas mujeres”. Me contesta que sí, que es insoportable, un infierno. El padre, que vive en otra parte, asiente con la cabeza.
La aparición inesperada en escena de la madre del padre ¿nos estará diciendo algo de su lugar como hijo?, allí donde nos enteramos que prematuramente ha perdido a su madre, ¿qué consecuencias tendrá esto para quien viene como paciente? Sólo algunas hipótesis.
En otra ocasión, el llamado de una madre para pedir turno de admisión para su hijo de aproximadamente 10 años. Ya telefónicamente y en forma acelerada me relata lo que le pasaba a su hijo quien dormía con ella en la cama matrimonial y le acariciaba el pelo y la oreja. Gozosamente y siempre por teléfono afirmaba: “qué madre, estando separada, no le gusta que su hijo duerma con ella”. Le doy un turno. Asisten. Abro la puerta, el chico camina delante de ella y ésta le dice “apurate que te piso”. En ese enunciado y con los comentarios telefónicos podemos leer algo de la enunciación. Una madre avanza sobre el cuerpo de su hijo
En ocasiones pidiendo el carnet de la obra social del paciente niño, me dan el del adulto acompañado por la pregunta ¿es lo mismo el de mi hijo que el mío? o me ofrecen el número de documento de uno de los padres por el del hijo.
A veces nos encontramos con pacientes adultos que vienen acompañados por otras personas y al hacer pasar al paciente pasa también el acompañante. Precipitar un: “usted espera afuera”, sólo por suponer que es un adulto y puede hablar por sí mismo, es dar lugar a los ideales del analista. Una intervención es tal si esta acompañada de algún tipo de letra del paciente.
Podría dar muchos ejemplos, pero quisiera detenerme en el título de mi trabajo: la admisión un dispositivo en dos tiempos. Hasta aquí trabajé el primer tiempo: el encuentro del admisor con el consultante y algunas de las vicisitudes que allí podrían darse. Pero considero que hay un segundo tiempo: la transmisión del material clínico al equipo donde se derivó ese paciente, transmisión que implica indefectiblemente un recorte, lectura de aquello que escuchó en ese encuentro. Un segundo tiempo muy enriquecedor, que a mi entender pone fin a la admisión para abrir otra instancia, ahora con el analista designado para dirigir esa cura. Pasaje de una escena a la otra que no es sin la posición del analista.
Para concluir, por el momento con estas reflexiones y respondiendo al título de la convocatoria considero, de acuerdo a algunas ideas vertidas anteriormente, que la admisión no forma parte de las entrevistas preliminares, aquellas que llamamos así solo apres coup, cuando se sancionó una entrada en análisis.

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